Ante otra España económica
ANTE OTRA ESPAÑA ECONÓMICA
Por: Juan Velarde
EL ECONOMISTA
Martes, 2 de octubre de 2018
Una y otra vez se debe señalar que nuestros nietos van a tener una España, en lo económico, totalmente dispar de la que contemplamos hoy sus abuelos. Por eso es preciso prepararlos para ese cambio radical en el que se van a encontrar. También tiene eso importancia para las personas que tienen papeles actuales relacionados con la política económica, y que por ello viven obsesionados con el problema de cada día, y muy poco más. Si realmente piensan dejar una huella importante en la historia española, no pueden, de ningún modo, permanecer pensando solo en el posible resultado de unas elecciones inmediatas. Quizá se podría abandonar esa mirada a corto plazo si se viviese en la época del despotismo ilustrado, pero tras lo sucedido a partir de 1918 a hoy esto es inimaginable. Veamos esto contemplando un programa actual universitario de la asignatura Economía Española. La lección 1ª se ocupa de España en el ámbito comunitario.
Pasemos, pues, a observar lo que asoma en relación con esa España futura. En primer lugar que los engarces con otras economías se habrán acentuado. Hace poco, en unas declaraciones del presidente de uno de nuestros bancos más importantes. No se trataba de un viaje turístico lo que lo había llevado a esa ciudad, sino que, en este caso, Francisco González forma parte del Comité Asesor Internacional de la Autoridad Monetaria de Singapur. O contemplamos a Luis de Guindos diciendo cuestiones financieras del área del euro que mucho importan en Alemania y en Francia, y por ello vemos que viaja a Washington en relación con posibles decisiones de la Fed. Española ha dejado de tener una economía nacional, y al vivir en una comunitaria, sus claves financieras no están ya en Madrid, Barcelona y Bilbao.
Una reacción inmediata se refiere a dos determinantes básicos. Uno es la base natural de España. Eso se consideraba ajeno a la política. Por ejemplo, sobre el clima, ¿tenía sentido actuar políticamente Años y años se exponía lo que Brunhes había escrito sobre la España húmeda y la seca, y todo eso se consideraba permanente. Pues bien; toda una serie de investigaciones han planteado la cuestión del cambio climático que se está provocando como consecuencia de la política económica de muchos países. Si el calentamiento prosigue y con ello se licúa parte notable de los hielos del Ártico, la renta de situación, favorecida por el transporte marítimo de Asia a Europa, que por ejemplo, Prodi señalaba como una base del desarrollo de los países mediterráneos, se esfuma. Y por ello, España tiene que estar atenta, desde su papel en la Conferencia de París. Es la temperatura ajena, en este caso, lo que nos debe preocupar u reaccionar desde el punto de vista político.
Sigamos a la lección siguiente, la de la demografía. Cuando el profesor Alcaide construyó la curva logística de la población señaló que se estabilizaría en torno a los 40 millones de habitantes. Pero he aquí que, gracias a excelentes servicios públicos sanitarios y a avances científicos continuos, España se convierte en el país Europeo con más altas esperanza de vida al nacer. Simultáneamente, todo un conjunto de acontecimientos económicos y sociales genera un clarísimo descenso de la natalidad. Como consecuencia, ahora mismo disminuye claramente el número de los españoles, pero no el de los residentes en España. Esa caída de la natalidad y ese crecimiento económico que se observa en España no tiene lugar ni en África ni en multitud de países culturalmente hermanos, de Iberoamérica.
Las corrientes migratorias surgen en torno a España, pero pueden afectar de inmediato a Europa. ¿A qué panorama novísimo tenemos que prepararnos ya, a más de tener que resolver, por ejemplo, el problema de las pensiones?. La lección siguiente se refiere siempre al panorama rural. Se debe tener en cuenta, desde el problema de la emigración de la mano de obra del campo hacia las regiones urbanoindustriales, a la creación de estructuras económicas que faciliten una amplia mecanización agraria, más un replanteamiento continuo de lo que ahora mismo ha comenzado en el conjunto de la UE, y que mucho nos afecta con el nombre de Política Agraria Común. ¿Y se puede olvidar la cuestión del agua, siempre complicada por localismos como los que hicieron decir a Indalecio Prieto cuando como político tuvo que ocuparse de los regadíos, aquello de que “el agua emborracha más que el vino”?.
Y si pasamos a la industria nos encontramos en estos momentos en un nuevo y extraordinario cambio en el seno de la Revolución Industrial. ¿Se pareció en algo el mundo tras la aparición de los hornos de coke al que existía antes? ¿Y no sucedió algo parecido cuando la corriente alterna hizo que la electricidad dejase de estudiarse las relacionada con la química? ¿O cuando surgió el motor de explosión? Todo fue diferente. Y en este caso, la revolución digital afecta simultáneamente al sector servicios, y dentro de ellos, a los financieros. Esos preludios que vemos ya, por ejemplo, en las criptonedas ¿no van a tener que analizarse cuando se precise poner algún orden en el orden financiero europeo, por supuesto mundial, y automáticamente español?
En la historia de la Humanidad, larguísima, existieron etapas en las que los cambios eran limitadísimos. Cuando contemplamos la economía rural esencial entonces de la España de los Austrias, en el XVIII, observamos que encajaba a la perfección en lo que el siglo I señalaba Columela en su obra De re rústica. Pero desde el siglo XVIII la aceleración de la economía impresiona. Y esa aceleración no va a cesar. Pensemos, por ejemplo, cuando en el campo de la energía con los avances en la nuclear, cuando pasemos de la energía de fisión que es la nuclear, que hasta ahora existe, a la energía de fusión, que es la que precisamente nos calienta desde el Sol. Estos cambios que, como simple y reducida muestra se han señalado, implican el ridículo que es observar a ciertos políticos españoles procurando lograr éxitos como el de alterar la realidad pública de la Catedral Mezquita de Córdoba, o el cambiar de lugar de la sepultura de enemigos políticos. Hay que decirles: ¡Que estamos ya en el siglo XXI y el cambio económico es el importante y no se detiene y ay del país que lo ignore!.